Homo Ludus. Spanish edition
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el estilete comenzo a tambalearse, y cuando estaba destinado a caer, solo se podia adivinar.
Era demasiado tarde para volver a cambiarse, asi que salio temprano para poder ir andando hasta el coche y llegar a la cafeteria.
Ahora, mientras esperaba, el agua le parecia una especie de bebida calmante.
El agua le humedecia la garganta, la refrescaba un poco, le daba paciencia.
Gustav aparecio. Alto, apuesto. Llevaba traje y una camisa de seda roja que le sentaba de maravilla, con botoncitos que parecian rubies magicos de cuentos de hadas extranjeros. Estaba radiante.
"Hola", Catherine sonrio y se puso de pie por alguna razon. Tenia el pecho apretado y el corazon le latia tan fuerte que parecia que se le iba a salir por las orejas.
"Hola, Katherine", la voz de Gustav era segura, y sus ojos acogedores parecian capaces de calmar incluso a un leon medio asustado y hambriento que acababa de derrotar a una manada de hienas. Se llevo la mano a los labios y la beso suavemente, notando que la chica estaba entumecida.
"?Quieres sentarte?" – Gustav sonrio. – Hazlo bien, no hay verdad en los pies, por supuesto, pero no puedo sentarme ante ti".
"Ah, si", rio Catherine con ligereza, sentandose de inmediato y colocando las palmas de las manos juntas frente a ella, sujetando el borde de la mesa con los pulgares.
"?Llevas mucho tiempo esperandome?"
"Bueno, hace cuanto… un par de minutos". – Su mano derecha se aparto distraidamente un mechon de pelo del hombro y lo dejo caer sobre la mesa. Su pie derecho, que llevaba el mismo tacon de aguja medio roto, se levanto ligeramente por el talon y, tras avanzar unos centimetros hacia la derecha, volvio a apoyarse en el suelo.
"Sabes, me preocupaba llegar tarde y hacerte esperar."
"No. ?Que eres? Casi acabo de llegar". – contesto la chica, y luego miro involuntariamente a la mesa. Sobre ella habia tres vasos de agua vacios, manchados cien veces y por todos lados por los dedos y con marcas de carmin en los bordes. "?Que tonta! – penso. – Ahora pensara que o miento o bebo agua como un camello… Y luego esta esa horquilla… Ya me he pegado medio escupitajo intentando arreglarla. No puedo creer que me olvide de eso. El lapiz labial
tambien. La mitad sigue en las gafas. Es tan barato. Debo haberlo limpiado de mis labios. ??Se supone que tengo que maquillarme delante de el ahora?!"
"?Como esta tu articulo? ?Esta bien?" – pregunto Gustav. Su aspecto mostraba que todo iba bien, y cada una de sus palabras rebosaba calma y confianza.
Catherine sonrio: "No pasa nada… De hecho, el editor estaba encantado. Han decidido ponerlo en la seccion principal del proximo numero… Nunca en mi vida he conocido a nadie capaz de hablar de algo de forma tan interesante. ?Como demonios sabes tanto de perros?".
Gustav le devolvio la sonrisa, entrecerrando ligeramente los ojos. Parecia muy hermoso y atractivo. Era como si compartiera la luz del sol y el calor en una sombria cueva de hielo con gente que habia olvidado lo que era la alegria.
"Kathryn, es una larga historia… Pero, en pocas palabras… Hace unos anos vivia en Canada, cerca de Montreal. Tenia una casita junto a un bosque, y un centro canino a mi lado. Una noche no podia dormir. No se por que. Simplemente no podia dormir. Pense, bueno, al menos voy a dar un paseo. Tomar un poco de aire fresco. Es mejor que estar tumbado en la cama… Me vesti, sali. Y entonces oi unos ladridos. Veo un cachorro. Es solo un cachorrito. Esta tumbado en mi valla. Un cachorro labrador. Es pequena, de color palido. Por lo visto, se escapo del centro… Pero yo no podia devolverlo, o mas bien a ella, claro… Pero tenia que ir a pedirles consejo todo el tiempo. Y los especialistas de alli resultaron ser, ya sabes, de que clase. Lo he estado haciendo desde entonces.
La chica le escuchaba con la boca abierta. Era tan agradable darse cuenta de que habia sucedido por el feliz destino. Era tan agradable darse cuenta de que habia sucedido por casualidad. Y que esa casualidad les habia unido por fin a ella y a el.
"?Donde esta ese perro ahora?"
"Catherine". Conmigo, claro que si. Donde si no… Oh, y tengo que pedirte un favor…"
Sono el telefono.
La chica busco freneticamente su bolso. A mitad de camino, por fin recordo que su telefono movil estaba en otro bolsillo. Hablar no seria necesario, pero era su padre.
Empezaron a hablar, por supuesto, en frances. Catherine penso que era posible convertirlo en una ventaja, creyendo ingenuamente que Gustav no conocia este idioma – de hecho, solo ayudo a cavar su propia tumba.
"Bueno ahora . – penso Gustav. – Habla con tu papa y tendras un perrito
troyano… Sigue sonando. Has encontrado al amor de tu vida No tienes ni idea de
lo que realmente te mereces por lo que has hecho. Estoy seguro de que no pensaras en el estilete de tu zapato derecho Tienes un aspecto tan dulce que has
dejado boquiabierta a mucha gente; es una pena que no puedas llamarlos para que vean tu acto final, seria mucho mas efectivo Me lo haria con tu padre por
separado, pero no merece mi tiempo. Probablemente considere semejante belleza uno de sus principales logros en la vida: ni los pechos, ni los labios, ni nada han sido operados – son reales. Habria notado enseguida una falsificacion ".
Como si sintiera una exigencia mental de colgar el telefono y, diciendole a su padre que estaba en un cafe con un chico del que estaba locamente enamorada, y del que parecia haberse enamorado, apago el telefono por completo.
"Era papa el que llamaba. – La chica hablo en tono de disculpa. – Le dije que estaba con mis amigos. Para que no hiciera muchas preguntas ahora. Conoce a mis amigos, no les gusta esperar a alguien".
"A que clase de mujer le gusta esperar". – replico Gustave, y penso. – "?Por que mientes por nada? Podrias haber dicho simplemente que estabas en un cafe y ocupada. Cuanta gente cree que mintiendo la verdad resulta mas convincente…
Vuelve a preguntarme por la peticion y habre terminado contigo por hoy. "Si. Tienes razon. Supongo que no del todo ?Que dijiste de preguntar?"