Un cuento muy amable c?mo el oso Tashik ayud? a su amigo a salir del bosque
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Hoy el d'ia ha sido especialmente soleado y c'alido. Tashik vino a tumbarse en su querido claro cerca de su guarida natal. El sol se calent'o y Tashik se volc'o en otro barril. Le encantaba tumbarse en este claro porque hab'ia el frambuesa m'as grande de todo el bosque a su lado. Por primera vez, su madre le mostr'o este lugar m'agico, fragante y dulce. Ella trajo a Tashik muy peque~no aqu'i, y ahora era un oso lo suficientemente adulto como para venir aqu'i en el verano, comer bayas y tomar el sol.
Tashik se qued'o dormido de calidez y calma. So~n'o con un bosque, un frambuesa, un r'io del que le gustaba beber agua y un ni~no que vio en la orilla del r'io. El ni~no estaba llorando amargamente, y Tashik no pudo entender por qu'e. El oso se despert'o y corri'o hacia la orilla del r'io, que alegremente corri'o a alg'un lugar muy, muy lejos. Mam'a dijo que el r'io flu'ia hacia el mar. Pero qui'en era este mar, Tashik no lo sab'ia.
El ni~no estaba sentado en la orilla, como en el sue~no de Tashik, pero no lloraba, sino que mir'o cuidadosamente a los 'arboles, profundamente en el bosque. Al ver al oso, el ni~no no se asust'o, sino que le salud'o con la mano.
– !Hola! – dij'o el ni~no y sonri'o.
– !Hola!– el osito y se sent'o al lado del ni~no.
– ?Te sorprendiste cuando me viste en la orilla? – pregunt'o.
– No, te vi en un sue~no, – el osito respondi'o con calma y le dio al ni~no una frambuesa, que arranc'o en el camino, pero no tuvo tiempo para comer-la.
– !Gracias, oso! el ni~no coj'o la baya y comenz'o a admirarla.
– ?Por qu'e no comes la frambuesa?
– Estoy admirando. Es solo que ella es tan hermosa, y si la como, entonces ya no lo existir'a, el ni~no respondi'o con calma.
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