Хитроумный идальго Дон Кихот Ламанчский / Don Quijote de la Mancha
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A don Quijote le pareci'o bien y comenzaron a caminar sin ver por d'onde andaban, porque la noche era muy oscura. Al poco tiempo, oyeron un gran ruido de agua y unos terribles golpes de hierros y cadenas.
Quiso don Quijote ir solo a buscar la aventura, pero Sancho, que estaba muerto de miedo, at'o las patas a Rocinante para que no pudiera andar.
Don Quijote, creyendo que su caballo estaba encantado, decidi'o esperar a que fuese de d'ia.
Sancho sinti'o ganas de desocupar su vientro y lo hizo all'i mismo. Como don Quijote ten'ia buen olfato, enseguida le lleg'o el mal olor.
–Me parece, Sancho, que tienes mucho miedo.
–S'i tengo -respondi'o Sancho-. Pero ?en qu'e lo ha notado vuestra merced?
–En que ahora hueles, y no a perfume precisamente -dijo don Quijote.
–Bien podr'ia ser -dijo Sancho-; pero yo no tengo la culpa, sino vuestra merced, que me trae a oscuras por estos sitios desconocidos.
–Al'ejate un poco, amigo -dijo don Quijote-, y de ahora en adelante ten m'as cuidado con tu persona y m'as respeto hacia m'i.
Con estas y otras cosas pasaron la noche. Al amanecer, cruzaron un bosquecillo de casta~nos y se encontraron una gran cascada de agua y, al lado de unas rocas, unas casas de donde sal'ian los golpes que tanto los hab'ian asustado.
Don Quijote se fue acercando y pens'o con todo su coraz'on en su se~nora Dulcinea, suplic'andole que le ayudara en la aventura que se acercaba. Se aproxim'o un poco m'as y descubri'o la causa los ruidos: eran seis mazos de bat'an que con sus golpes alternativos produc'ian aquel estruendo.
Cuando don Quijote vio lo que era, se qued'o mudo y pasmado [78] . Sancho empez'o a re'ir con tantas ganas que contagi'o a don Quijote.
Esto anim'o a Sancho a seguir riendo, pero entonces don Quijote se enfad'o y le dio unos buenos golpes en la espalda al escudero.
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pasmado –
–Tranquil'icese vuestra merced -suplic'o Sancho-, que no me estoy burlando.
–Ven aqu'i, se~nor alegre -dijo don Quijote-, ?crees que si en lugar de ser mazos de bat'an hubiera sido otra peligrosa aventura, yo no habr'ia mostrado valor para llevarla a cabo? ?Estoy yo obligado, siendo como soy caballero, a conocer y distinguir los ruidos y saber cu'ales son de bat'an, o no? Y adem'as, yo no los he visto en mi vida, y vos s'i, como villano [79] que sois, criado y nacido entre ellos. Si no, haced que estos seis mazos se convirtieran en seis gigantes y ver'eis c'omo quedan cuando yo acabe con ellos.
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villano –
–No hablemos m'as -dijo Sancho-, que yo confieso que me he re'ido demasiado. Pero ?verdad que ha sido cosa de risa, y de contar, el miedo que hemos pasado?
–No niego que no sea cosa de risa -replic'o don Quijote-, pero no de contarse, que muchas personas no saben ser discretas.
–En adelante -dijo Sancho-, solo hablar'e para manifestarle mi respeto como a mi amo y se~nor.
Cap'itulo XVII
La aventura del yelmo de Mambrino
Comenz'o a llover un poco y Sancho intent'o resguardarse en el bat'an, pero don Quijote no quiso entrar para olvidar la pesada burla. Cogieron el camino que hab'ian tra'ido el d'ia anterior y, al poco rato, descubri'o don Quijote un hombre a caballo que tra'ia en la cabeza una cosa que brillaba como si fuera de oro. Se volvi'o a Sancho y le dijo:
–Me parece, Sancho, que se va a cumplir aquel refr'an que dice: «Donde una puerta se cierra, otra se abre». Digo esto porque, si no me enga~no, viene hacia nosotros uno que trae en su cabeza el yelmo de Mambrino.
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yelmo – шлем
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Mambrino – согласно рыцарским романам, мавританский царь Мамбрин потерял в сражении свой чудодейственный шлем
–Mire vuestra merced bien lo que dice y lo que hace -dijo Sancho-, no se vaya a enga~nar.
–?C'omo me puedo enga~nar?
– dijo don Quijote-. ?No ves t'u a aquel caballero sobre un caballo negro que trae en la cabeza un yelmo de oro?
–Lo que yo veo -respondi'o Sancho- es un hombre sobre un asno que trae en la cabeza algo que brilla.
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