En las alas del sue?o
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MARINA ALEXANDROVA
EN LAS ALAS DEL SUE~NO
Historia de un amor prohibido
Expreso mis sinceros agradecimientos a Rosa Galdeano Bellido, por la colaboraci'on y ayuda en la correcci'on del texto de este libro.
Pr'ologo
En la obra que se ofrece a mis lectores, se cruzan dos contextos sem'anticos:
el rom'antico y el hist`orico.
El aspecto rom'antico muestra la vida y el amor entre los protagonistas, Marisol y Rodrigo, cura cat'olico, ambos procedentes de nobles abolengos, y su lucha por el derecho de ser felices.
Debido a muchos prejuicios sociales y dogmas de la iglesia, su amor resulta imposible en su propia patria, por eso los enamorados tienen que escapar de Espa~na y buscar su cobijo en Am'erica; sin embargo en el extranjero la vida tampoco les resulta f'acil.
Tienen que acomodarse a la existencia en una tierra salvaje, sin los bienes de la civilizaci'on a los que est'an acostumbrados, encontr'andose con envidiosos y enemigos que quieren destruir su familia; adem'as los dos buscan un rinconcito agradable en el nuevo continente donde pudieran establecerse y hallar su felicidad, superando numerosos apuros y pasando por varias pruebas.
La trama hist'orica descubre la vida en Espa~na a principios del siglo XVI, o sea Siglo de Oro. Terminada la Reconquista y habiendo sido expulsados definitivamente los musulmanes, el pa'is queda unido bajo el poder de los Reyes Cat'olicos. Sin embargo la consolidaci'on y prosperidad posterior de la naci'on, se ver'a acompa~nada por el reforzamiento de la inquisici'on, que perseguir'a a sus adversarios sin piedad. Es precisamente por esa raz'on, por la que mucha gente busc'o posibilidades para escapar del pa'is dirigi'endose al Nuevo Mundo, descubierto por Crist'obal Col'on a finales del siglo XV.
La llegada del Siglo de Oro, a la vez implica una estratificaci'on entre los nobles, llevando a la pobreza a una parte de estos, convirti'endolos en hidalgos o caballeros andantes sin propiedad alguna. Algunas de estas personas tambi'en se convierten en aventureros, que se precipitan hacia el nuevo continente buscando aventuras y lucro.
La colonizaci'on espa~nola de Am'erica es otro tema importante de este libro, que ilumina el desarrollo de nuevos territorios por los emigrantes, y la vida de los nativos de Am'erica.
Cada ser humano debe cumplir en su vida tres metas principales: hacerse tal como lo concibi'o Dios, realizando su destino, encontrar a su media de naranja y unirse a ella, hallar su tierra prometida y acondicionarla.
Los protagonistas del libro, paso a paso, a veces inconscientemente, van logrando estos fines principales, defendiendo su amor y su familia, buscando la raz'on de la vida y hallando su felicidad.
Parte I. Espa~na
Cap'itulo 1
Espa~na, Madrid, 1513 г.
En la casa grande de do~na Encarnaci'on de la Fuente reinaba un alboroto. Todos los sirvientes se dedicaban a la limpieza y preparaban un agasajo. Aquel d'ia todos estaban esperando la llegada de Mar'ia Soledad, hija mayor de do~na Encarnaci'on, que acababa de terminar sus estudios en el monasterio de carmelitas, en la ciudad de Le'on.
El esposo de do~na Encarnaci'on, Juan Manuel Echever'ia M'endez, hab'ia fallecido hac'ia unos a~nos, despu`es de una enfermedad grave, dejando a la viuda con cuatro hijos. Su hijo mayor, Juan Roberto – todos le llamaban simplemente “Roberto” – ya hab'ia cumplido dieciocho a~nos. El muchaho estaba en el servicio en la corte real.
Mar'ia Soledad era la segunda hija de los esposos. Ella hab'ia ingresado en el monasterio a los nueve a~nos, y en aquel momento ya tenia catorce. Su hermana menor que se llamaba Isabel, estaba estudiando en el mismo monasterio, y el hijo menor, Jorge Miguel, a'un ten'ia siete a~nos.
Do~na Encarnaci'on amaba a su esposo y por eso sufr'ia mucho tras su fallecimiento. Su familia era considerada una muy unida y buena familia, y la mujer ni siquiera pensaba en volver a casarse, opt'o por quedarse fiel a su difunto esposo, dedic'andose a la educaci'on de sus hijos.
El esposo de do~na Encarnaci'on no era un hombre rico, pero sus padres hab'ian dado el consentimiento para su matrimonio, al conocer que este proced'ia de un abolengo antiguo y noble, y percatarse adem'as de que quer'ia mucho a su novia. Despu'es del enlace, los esposos hab'ian vivido en amor y compa~n'ia durante muchos a~nos.
Do~na Encarnaci'on hered'o de su padres un gran legado. Su madre a'un estaba viva y de vez en cuando visitaba a su hija y sus nietos.
Do~na Encarnaci'on se encontraba muy agitada mientras se preparaba para recibir a su hija. Antes de este d'ia la visit'o varias veces en el monasterio, y por fin Mar'ia Soledad estaba a punto de volver a la casa de sus padres. Ya era tiempo para buscarle un novio decente, pero la madre de la chica a'un no quer'ia apurarse con eso.
Do~na Encarnaci'on se puso su vestido preferido beige de seda. Era una mujer bastante corpulenta, llena de carne y algo mandona por su car'acter. Su difunto esposo, contrariamente, siempre hab'ia sido un hombre delgado y de muy poco genio.
Roberto, el hijo mayor de los esposos, ten'ia el car'acter de su madre. Mar'ia Soledad, al contrario, era una copia de su padre.
Pronto se dej'o o'ir el ruido de los cascos de caballos, y la due~na de la casa vio un coche que estaba acerc'andose a la entrada. Hac'ia unos d'ias hab'ia mandado a su hijo mayor, caballero de Su Majestad, al cochero y a una sirvienta a Le'on, a por su hija, y por fin todos volv'ian con Mar'ia Soledad. El camino por donde hab'ian ido, estaba muy bien vigilado por los caballeros del rey – a diferencia de otros por donde campaban por sus respetos bandoleros e hidalgos mendigos – por eso do~na Encarnaci'on estaba tranquila.
– Ya han llegado, est'an aqu'i! – grit'o la criada, acerc'andose corriendo a la puerta. Do~na Encarnaci'on, acompa~nada por su hijo menor, sali'o a la calle. Desde el coche se bajaron sus hijos: Roberto con Mar'ia Soledad, con aspecto de chica muy fr'agil, vestida a'un con la ropa del monasterio, morena, de pelo suave, piel de una blancura deslumbrante y grandes ojos pardos. Su hermano era un hombre de estatura media, muy fuerte, moreno, de pelo denso y bastante simp'atico.
– Hola mi querida madre, hermanito, !no saben cu'anto les echaba de menos a todos! – exclam'o la chica, y enseguida se encontr'o en los brazos fuertes de Do~na Encarnaci'on que hasta se ech'o a llorar de alegr'ia.